El “miedo” conceptualmente lo podemos definir como una respuesta emocional puntual, normal y necesaria como proceso adaptativo en el desarrollo del ser humano. Aunque también puede ser una respuesta condicionada, que se gestiona a través del aprendizaje respecto a estímulos percibidos como aversivos.
Sin embargo, lo que denominamos “fobia” (del griego “fobos” pánico) no es una emoción, sino una sensación intensa, persistente en el tiempo y desproporcionada ante una posible situación u objeto que no representa un peligro real. La cronificación en el tiempo hace que la fobia sea desadaptativa y patológica, implicando un malestar importante en la persona que la sufre, al contrario que el miedo.