Trauma y lenguaje…

El lenguaje transaccional es un enfoque de comunicación desarrollado por el psiquiatra y psicoanalista Eric Berne. Se centra en cómo las personas se comunican entre sí y cómo se forman las relaciones. Se basa en las transacciones del “yo” en el lenguaje.

La teoría de Berne construida alrededor del año 1958, se basa en las ideas de Freud, pero es diferente. Los psicoterapeutas freudianos se concentraban en las personalidades del cliente. Berne creía que se podía acceder a una mejor comprensión analizando las transacciones sociales de un cliente, a través de su lenguaje.​

Berne mapeó las relaciones interpersonales con tres estados del “yo” de los individuos involucrados: los estados Padre, Adulto y Niño, (modo de sentir personal en función de cada uno de esos referentes). Luego investigó las comunicaciones entre individuos en función del estado de cada uno.

Aunque el lenguaje transaccional puede ser una herramienta útil para comprender y mejorar la comunicación, también presenta riesgos en casos de manipulación. Esto se ve en la “teoría de juegos” o “rackets” que en inglés significa juego sucio.  Es decir, se dice una cosa en un estado del “yo” pero se piensa otra.

Estos juegos se basan en patrones repetitivos de interacción que involucran comunicación disfuncional. Las personas manipuladoras pueden utilizar estos juegos para lograr sus objetivos, dejando a los receptores del mensaje confundidos o frustrados sin que se den cuenta. Es decir, el lenguaje actúa como dispositivo de control. Por ejemplo, y que ahora esta muy de moda a nivel social, el caso “Rubiales”.

Esto al receptor del mensaje inconscientemente le puede generar emociones negativas o sentimientos de culpa, miedo, pena, rencor etc, que pueden irse incrementando. Y que luego se devuelven, a través del interlocutor receptor como un boomerang, generándose así, una estructura comunicativa de tres roles básicos vinculados a los estudios del triangulo de Karpman (perseguidor, salvador y victima).

Estos riesgos potenciales se pueden determinar en:

Manipulación emocional: El lenguaje transaccional puede usarse para manipular las emociones de las personas. Al comprender cómo funcionan las transacciones y los estados del “yo”, una persona manipuladora podría aprovechar esta información para obtener ventaja emocional sobre los demás, jugando con sus estados emocionales y necesidades.

Por ejemplo, alguien podría decir: “Sé que te sientes mal cuando estás en ese estado (por ejemplo, estado del “yo” niño rebelde) … Si no haces lo que te pido, solo estarás demostrando que tienes razón en sentirte así”.

Falsedad: Algunas personas pueden emplear el lenguaje transaccional para aparentar ser más auténticas o para crear una imagen falsa de sí mismas. Pueden utilizar estados del “yo” y transacciones para dar la impresión de que están siendo honestas y abiertas, mientras ocultan sus verdaderas intenciones.

Por ejemplo, podrían decir: “Estoy en mi estado del “yo” (niño herido), por eso necesito que me ayudes con esto”, cuando en realidad solo están buscando que hagan sus trabajos por ellos. La falsa autenticidad y la imagen espejo, se da mucho en los perfiles narcisistas y psicopáticos.

Abuso de poder: Quienes poseen un conocimiento más profundo del lenguaje transaccional pueden utilizarlo para ejercer un control excesivo o manipulativo sobre otros. Pueden usar los conceptos del “yo” para desencadenar reacciones emocionales específicas en las personas y lograr su conformidad o sumisión.

Por ejemplo, en un entorno laboral, un jefe manipulador podría cambiar abruptamente de su rol “jefe” y ponerse en un estado del “yo” (padre crítico) para reprender públicamente a un empleado, haciéndole sentir pequeño sumiso y además humillarle. Este rol se daba antiguamente mucho en la docencia maestro/alumno.

Confusión y ambigüedad: En manos equivocadas, el lenguaje transaccional puede ser utilizado para crear confusión y ambigüedad en la comunicación. Las personas manipuladoras pueden utilizar transacciones cruzadas o cambios abruptos de estado del “yo” para mantener a otros en un estado constante de desconcierto.

Un amigo manipulador podría usar transacciones cruzadas para mantener a otros receptores en la oscuridad. Por ejemplo, en medio de una discusión de adolescentes, podría cambiar repentinamente a un estado del “yo” “adulto lógico”, confundiendo al otro interlocutor y evitando que continúe con su punto de vista.

Explotación de vulnerabilidades: Las personas manipuladoras pueden usar el lenguaje transaccional para identificar las debilidades o vulnerabilidades emocionales de otros y explotarlas. Pueden dirigirse a estados del “yo” infantiles con carencias emocionales para obtener lo que quieren.

Una pareja manipuladora podría identificar la necesidad de afecto de su compañero y explotarla para conseguir su aprobación constante. Podría decir: “Solo me siento amado cuando estás en tu estado del “yo” (padre cuidador), así que necesito que hagas estas cosas por mí”

O al revés… que el receptor pareja este en modo “yo” (niño necesitado) y el remitente este en modo “yo” (padre cuidador) y empiece con la retahíla de los “deberías”… “deberías cuidarte más… o mejorar tu aspecto, no me ves a mi…” esto dicho a una persona en proceso ansioso depresivo o con baja autoestima puede ser letal. Y cuidado, porque de este tipo de comunicación de pareja, nace la manipulación coercitiva, la luz de gas y el maltrato psicológico pudiendo llegar al físico. O sea, todos los ingredientes de la violencia de género.

Para protegerse de los riesgos asociados con el lenguaje transaccional en casos de manipulación, es importante desarrollar una comprensión sólida de cómo funciona la comunicación, así como la capacidad de reconocer patrones manipulativos.

La educación emocional, la conciencia de sí mismo, junto con la habilidad para establecer límites saludables son fundamentales para evitar caer en trampas manipulativas. No obstante, el lenguaje transaccional se utiliza también para cosas muy positivas vinculado a otras técnicas como la programación neurolingüística. Pero eso, en otro post.

Bibliografía:

Berne, E. (1987) “Análisis Transaccional en psicoterapia”. Editorial Psique, Buenos Aires, 1976.Juegos en que participamos. Editorial Diana, México, 19ª impresión 1987.

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