Mindfullness

Mindfulness es un término inglés que traduce la palabra “sati” de origen budista, cuyo significado implica consciencia, presencia y aceptación. Por tanto, el concepto de la meditación es simplemente “ser”. Si eres consciente, eres presente, aceptando todo lo que te rodea. De esta manera aplacas el “ego”. Ya que éste solo genera sufrimiento mental. De ahí que el mindfulness sea una técnica de meditación conocida también como “vipassana” termino hindú que significa, “ver las cosas, tal y como son”.

Hay grandes diferencias entre la psicoterapia occidental y la psicología budista. Todas estas tienen que ver con el concepto del “ser” o de “sentir”. Desde oriente el concepto del “ser” está vinculado a un concepto de unicidad e interdependencia con las demás cosas que nos rodean. Ya sean, la familia, los animales, las plantas, etc.

Desde occidente y vinculado a la dualidad cartesiana, el concepto de “ser” separa cuerpo y mente. Por tanto, es individual ajeno al contexto y totalmente independiente. Este “ser” occidental relacionado con constructos mentales y creencias limitantes individuales; se relaciona con la cultura, el entorno social y el arraigo etnográfico. Este “ser” es el que nos identifica como seres humanos y es lo que verdaderamente creemos que somos. Esto es lo que se denomina el “ego”.

Por tanto, desde la psicología budista se trabaja el “ser” y desde la psicoterapia occidental se trabaja el “ego” Y el mindfulness tiene como objetivo conocer el funcionamiento de la mente, observando y manteniendo una actitud de aceptación. Dejando que todo lo que surja a nivel mental se disuelva por sí solo. Retirándole la atención y dejándolo ir.

El mindfulness se puede aplicar desde cualquier terapia ya sea como crecimiento y desarrollo personal o como forma de mitigar ciertos traumas, ansiedades, miedos, etc. De esta manera el mindfulness, desidentifica pensamiento, emoción y estado de ánimo a través de la atención plena.  Liberando así, patrones automáticos e inconscientes del “ego”. Generando nuevas conductas, fortaleciendo el sistema inmunológico, aumentando la concentración y mitigando el estrés.

La técnica de la meditación consiste solamente en relajarse “sentir” y observar lo que te rodea. Utilizando la técnica del silencio que es el arte más simple del mundo. La auto observación es la esencia de la sanación. La base de darse cuenta, darnos espacio, ser conscientes y estar con nosotros mismos es a la vez meditación y terapia.

Un aspecto muy importante de la actitud “mindfulness” es el de soltar, que quiere decir el no aferrarse a las cosas o a las experiencias. Es la actitud que espontáneamente se adopta cuando caemos en la cuenta de que todas las cosas son impermanentes y de que cualquier fenómeno del mundo en que vivimos tiene un comienzo, una duración determinada y un final. Incluyendo nuestra propia vida. El aferrarse a cosas caducas, que han de pasar inevitablemente, sólo puede provocar un nuevo sufrimiento o incrementar el ya existente.

Con la meditación el cerebro cambia su manera de funcionar. Hay mayor frecuencia en la producción de ondas Alfa y después de un tiempo de práctica, se generan ondas Gamma; a largo plazo. También hay modificaciones a nivel de los neurotransmisores: se produce menos glutamato que es un elemento que favorece la excitación nerviosa. También se ha comprobado que aparece una mayor conectividad neuronal.

Las ondas Alfa son características de los estados psicológicos de tranquilidad y felicidad. Cuando el cerebro funciona en esta frecuencia es más difícil que te den gripes, enfermedades cardiovasculares y cáncer. También hace más resistente todo tu aparato inmunológico.

Existen ya unos cuantos estudios científicos con neuroimagen que han verificado que la meditación aumenta el grosor del córtex cingulado, aumentando así parte del sistema límbico. Siendo éste, la parte del cerebro que es responsable de la mayoría de los sentimientos, desde la emoción hasta la atención, pasando por el aprendizaje, la memoria y la percepción del dolor tanto físico como emocional.

El hipocampo izquierdo, imprescindible en el aprendizaje, y que regula las capacidades cognitivas, como la memoria y la atención, también se demuestra que aumenta con la meditación. También se demuestra, en estos estudios que la unión temporoparietal, asociada a las relaciones sociales, toma de perspectiva, gestora de la empatía y la compasión también aumenta. Sin embargo, la amígdala, responsable en general de la ansiedad, el miedo y el estrés, se reduce significativamente con la meditación. Lo mismo que se reducen los niveles de estrés ya que se relacionan directamente con los cambios en la amígdala.

Lo importante en la meditación es que existe una transición cerebral del esfuerzo hacia el hábito, que hace que los neuropéptidos de las estructuras cerebrales se transformen. Por ejemplo, si nos centramos en la respiración y vamos entrenando este ejercicio de “ser conscientes” de las inhalaciones y exhalaciones, de sus tiempos, cuantificando su cantidad etc., Lo que nos estamos generando es un hábito de aprendizaje que se ajustará a nuestra conducta y se hará automático.

Esta forma de transformar la conducta hará que se produzcan cambios a nivel de plasticidad cerebral. Estos cambios se realizan desde tres fases principalmente. Según, Siegel (2010). En un primer momento se producirá un fortalecimiento de las conexiones sinápticas entre neuronas (sinaptogénesis). En una segunda fase se produce, el crecimiento de nuevas neuronas (neurogénesis). Y en una tercera fase, se incrementan las vainas de mielina que rodean a los axones y determinan su velocidad de conducción (mielinogénesis). La acción conjunta de todos estos cambios dará como consecuencia un aumento en la actividad de los circuitos cerebrales implicados, con lo que se incrementará extraordinariamente la comunicación entre determinadas zonas cerebrales potenciándose positivamente algunas funciones en detrimento de otras.

La meditación incrementa algunas habilidades cognitivas como la atención, la memoria y la concentración. Estos efectos también pueden lograrse de menor manera, mediante otras actividades intelectuales como la lectura y los llamados “juegos mentales” (rompecabezas, sopas de letras, etc.).

Existen ideas preconcebidas en la meditación, como por ejemplo el pensar que la meditación consiste en una “atención plena” como reflexión intelectual o elaboración conceptual y es justamente todo lo contrario. La meditación se basa en la experiencia no verbal, corporal o sensorial. Otra idea preconcebida es que la meditación consiste en un “vacío mental”, normalmente en la meditación los instantes sin mentalización son bastantes raros. La cuestión no es “acallar la mente” si no dejarse arrastrar por ella (por la mente de mono) tan molesta para nosotros y gestionar las emociones que se producen a consecuencia.

Nuestra “mente de mono” es prejuiciosa, inquieta e inoportuna. Si preguntamos a cualquier conocido su opinión sobre un tema del que él no tenga mucho conocimiento, o incluso del que no tenga ningún conocimiento en absoluto. Al minuto ya tendrá un juicio al respecto, pero si todavía no lo tiene, en pocos minutos de conversación concebirá uno. Todos lo hacemos. Todos tenemos muchas opiniones sobre todos los temas, aunque no sepamos. Es lo que hace la mente de mono, jugar con el pensamiento, pensar, pensar, pensar… y crear opiniones irrelevantes. Esta forma de pensamiento automático que normalmente tenemos, la meditación lo minimiza.

A veces la meditación también se suele asociar con un proceso religioso o espiritual. Otra falacia, la meditación no es religión ni siquiera es espiritualidad. La meditación disuelve toda connotación religiosa.  La meditación va mucho mas allá que una forma de creencia. Un hindú puede meditar y seguir siendo hindú. O judío o cristiano. Realmente las religiones son constructos mentales, y la meditación deshace cualquier constructo mental.

A veces también se suele comparar la meditación con la sofrología. La meditación tampoco persigue crear un estado de calma o desafectación del entorno. En si la meditación adquiere importancia cuando la emoción se siente y se permite recuperar su control, ya que de esta manera se permiten que nuestras emociones existan pero que no se amplifiquen, sino que se minimicen.

Bibliografía:

Siegel, D. J. (2010). Cerebro y mindfulness. Paidós: Barcelona.

https://tmhome.com/es/beneficios/articulos-academicos-sobre-meditacion/

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