Los libros de autoayuda no ayudan…

Las librerías están llenas de libros de autoayuda. Pasas por las estanterías en la sección de psicología y solo tienes libros de pensamiento positivo, NO DE PSICOLOGIA. Pero… la literatura de autoayuda, ¿se podría considerar un género literario?, pues creo que no. Más bien, este tipo de escritos se podrían  catalogar como un género dentro de la psicología popular que tiene vida propia. Y me refiero a la psico- palabrería (psychobabble), tanto en cuanto, estos escritos aluden a la terminología de explicaciones psicológicas sin mayor rigor para dar cuenta de asuntos humanos, donde necesariamente lo que predominan son las referencias a la fuerza y poder interior que tiene el ser humano para afrontar los problemas.

Y hasta aquí… todo correcto. Nadie va a dudar en la fuerza interior que el ser humano tiene para luchar y tirar la vida para adelante. El quid de la cuestión realmente radica, en que todas las hipótesis de estos textos se centran normalmente en que las soluciones a todos estos problemas que presenta el ser humano, forzosamente están localizadas también dentro de uno. O sea, que en nuestro interior esta tanto el problema como la solución. Y ese es el fatídico error.

Ni nuestro problema está dentro de nosotros y a lo que respecta, la solución mucho menos. Todo depende de diferentes contextos tanto personales como sociales. Términos y expresiones como AUTOESTIMA, CONCIENCIA PLENA, INTELIGENCIA EMOCIONAL, PENSAMIENTO POSITIVO, SE TU MISMO, COACHING, junto con alguna jerga diagnostica o neurocientífica (ansiedad, depresión, trauma, sistema de recompensa etc.) sacada de contexto, están a la orden del día. Realmente nada de esto carece de sentido, ya que todo este lenguaje  se utiliza dentro de contextos profesionales donde la semántica es mucho más precisa y matizada. Pero la autoayuda lo saca de contexto.

Los libros de autoayuda se reproducen como conejos, es un negocio al alza. Personalmente pienso que el hecho de que cientos de estos libros sean publicados cada año, es una prueba de que no funcionan. Si un texto de autoayuda realmente funcionara, no necesitaríamos de los otros. Ahora bien, según mi punto de vista, tal libro o tal otro van a existir porque la vida humana nunca es fácil, ni todos nuestros problemas pueden arreglarse. Así que estos libros solamente venden la ilusión al lector de que puede TENER EL CONTROL DE SU DESTINO y lograr LA FELICIDAD, LA SALUD Y EL ÉXITO. Esta es una idea muy individualista (por no decir narcisista), que pone la responsabilidad del fracaso en la persona si no consigue sus objetivos. Y esto es muy peligroso.

“Tienes talento natural pero necesitas creer más en ti mismo (…) puedes conseguir todo lo que te propongas (…) si quieres que te vayan bien las cosas, debes sacar al ganador que llevas dentro (…) podrías ser grande, si dejas atrás los demonios emocionales del pasado (…) Todo lo que tienes que hacer es quererte a ti mismo y perseguir tus sueños (…) sigue estos siete pasos para ser feliz (…) sal de tu zona de confort (…) en lo que piensas te conviertes (…)”

Toda esta retahíla barata, esta vacía de contenido. Cuando te dicen “sigue los siete pasos para ser feliz”, es una frase simple y lineal en sí misma. Una vida humana real es caótica y también llena de oportunidades. No podemos controlarlo todo ya que también dependemos de otros. Tenemos deberes y obligaciones para con otras personas, pero los libros de autoayuda casi siempre le dicen al lector que debe enfocarse en él mismo y en su “potencial”. Y eso puede alejarlo, fácilmente, de sus compromisos y empatía con los demás.

Todo esto crea narcisismo, porque la mayoría de estos libros instruyen al lector en cómo NO debe amarse. Crea desesperación, porque es imposible cumplir todos los sueños que uno se propone. Y crea depresión, porque cuando alguien está exhausto de la constante superación personal, que implícitamente encuadran y son la directriz editorial de todo este tipo de obras literarias, si lo sigue al pie de la letra acaba derrumbándose.

A continuación voy a enumerar y explicar algunos de los mitos de la autoayuda que analiza  el Doctor en psicología Stephen Briers (2012) en su libro: “Psychobabble: Exploding The Myths of the Self-Help Generation”

La raíz de todos tus problemas es tu baja autoestima: está claro, que si subes mucho la autoestima e inflas el ego,  pierdes capacidad de análisis y puedes caer en el narcisismo y perder foco de la realidad.

Deja salir tus emociones: evidente que tenemos que ser fieles a nuestras emociones. Pero es que los sentimientos y las emociones no surgen espontáneamente dentro de nosotros (no somos un cerebro con patas), las emociones están siempre moduladas por las situaciones externas que percibimos, que son contextuales. Este argumento es totalmente una falacia neurocientífica.

La inteligencia emocional es lo que realmente cuenta: aquí Daniel Goleman lo clavó. Las competencias emocionales no tienen porque estar ligadas con el rendimiento intelectual, de hecho muchos psicópatas con inteligencia emocional cero, son superdotados intelectualmente hablando, en recursos y habilidades para su “vida” o sea, la que ellos quieren vivir en detrimento de sus víctimas.

Deja que tus metas te impulsen hacia el éxito: esta es buena. Dejando aparte, que las metas pueden hipotecar tu vida, ya que a veces lo más conveniente es despojarte de tus deseos, no vaya ser que tu vida racional este superada por tu vida de fantasía o simbólica y te encuentres entonces fuera de foco.  Hay que matizar que soñar y tener objetivos es bueno, y también es bueno compartirlos con la gente que quieres. Pero no pierdas sentido de la realidad y sobre todo de tus limitaciones. Los pies siempre al suelo cuando estés con los ojos abiertos, no vaya ser que te la pegues.

Nadie puede hacerte sentir nada: claro, debe ser que vivimos en una burbuja o fuera del mundo, y no nos relacionamos con los demás. El ser humano es relacional por naturaleza y todo el mundo nos hace sentir cosas, unas veces buenas y otras no tanto.

Piensa positivo y serás un ganador: vamos por partes,  las cosas te pueden ir bien por muchas razones, más que por pensar en ellas. Te suelen ir bien porque eres constante te sacrificas y trabajas o porque te ha tocado la lotería y aún así puedes ser un perdedor o un fracasado, que tampoco eso es malo.

Cuidado con los ganadores y con el éxito relativo, sobre todo en el ámbito empresarial y RRHH que piensan siempre que los que no lo son es porque son unos vagos o no se han esforzado lo suficiente… totalmente incierto. La vida a veces es cuestión simplemente de que te den oportunidades y mucha gente no las tiene, así de simple.

Los que a veces la sociedad denomina “fracasados” realmente son los mayores ganadores, en vida y en experiencia. Y por eso no siempre hay que pensar en positivo, a veces para ganar hay que ser estoico y pensar en negativo para analizar los problemas. Según decía William James (1890) en “principios de la psicología”, la autoestima es el cociente entre éxito y  pretensiones. Fácil, o bajas tus pretensiones o subes el éxito poniendo empeño en conseguir lo propuesto.

Cualquiera que sea tu problema, cambiar el pensamiento es la solución: debe ser que siempre nuestros pensamientos son la causa de nuestros problemas… volvemos al interior. Ni el problema ni la solución están dentro de nosotros, casi todos los problemas de la vida nos son dados o simplemente es por toma de decisiones que en su momento no funcionaron, pero en otro momento podrían haber funcionado. Las personas estamos cambiando constantemente lo que no nos sirve hoy nos puede servir mañana o viceversa.

Los hombres y las mujeres son de planetas diferentes: pocas chorradas han tenido tanto éxito. Dividir por sexos las capacidades cognitivas, unos son de Venus otros de Marte, unos no saben leer los mapas, otros no escuchan. Volvemos a la falacia neurocientífica.

Sí que es verdad que morfológicamente a nivel cerebral, existen diferencias de género que comprenden un amplio espectro, desde actos reflejos a comportamientos más complejos. La acción de las hormonas sexuales son las que conforman las redes neurales y procesos bioquímicos diferentes en los cerebros de hombres y mujeres; ya desde los primeros meses de vida intrauterina.

Pero hay que reconocer que también las experiencias y aprendizajes en los contextos socioculturales conforman y organizan el cerebro de cada persona originando capacidades y comportamientos propios y diferenciales, independientemente de que se sea del sexo masculino o del femenino. Y ya no hablamos si consideramos que las cuestiones de género son performativas y de comportamiento a nivel social.

Puedes aprender todo lo que te propongas: desafortunadamente no es así, qué más quisiera yo. Para aprender no solo debes tener capacidades sino también recursos y me refiero a los económicos. Cuanta gente existe en el mundo con grandes capacidades que no puede acceder a los sistemas educativos por no tener recursos. Pero claro, se supone que esta proposición para los altos talentos potenciales del tercer mundo es excluyente. Volvemos a la política neoliberal.

Mejor pon todo en orden: ¿qué ocurre… que tenemos que ser todos obsesivos compulsivos?, a veces el desorden cotidiano es excitante, claro está, sin pasarse. Casi todos los genios del siglo XX en artes plásticas eran personalmente desordenados.

Eres el maestro del Universo, con tu pensamiento puedes cambiar el mundo: Soy persona de mente abierta, puedo incluso pensar que el efecto mariposa existe en función de los estudios del matemático Edward Lorenz y la ley del doble péndulo. Y que un pensamiento colectivo muy focalizado puede generar algún desorden perceptivo o  alucinatorio en un lugar concreto, dependiendo de imaginarios colectivos y rituales antropológicos, chamánicos o incluso religiosos. Pero claro, cambiar el mundo y que te ocurran cosas buenas… (Ley de la atracción) a lo mejor tus cosas buenas son malas para otros.

Debemos esforzarnos por ser felices: comprobado, quienes más se empeñan en ser felices menos lo logran, está claro… si estas pendiente de cómo te sientes no estás en lo que estas.  Además más adelante hablaré del término “felicidad”… término bastante cuestionable.

Salir de la zona de confort: Sí, es cierto que podemos estar más o menos inmóviles, más o menos despistados, cansados, hastiados. Sí, es cierto que lo mismo no tenemos ni idea de hacia dónde dirigirnos y que lo único que sentimos es que el presente no nos gusta nada y en ocasiones nos ahoga. Y más en estos tiempos de crisis con pandemias incluidas. Cuando uno no sabe dónde quiere ir, cualquier paso que des hacia cualquier dirección no te va a sacar de ningún sitio. Lo mejor quedarse quieto.

A veces la conformidad es la única salida a corto plazo, si no conoces bien cual quieres que sea tu punto de partida y de llegada o el contexto del viaje y esto dependerá de cómo te sientes. Hay muchas personas que diariamente viven en una “zona de confort” tóxica y nada agradable y lo prefieren así, porque no ven la salida. Podríamos hablar de relaciones de pareja tóxicas que llegan al maltrato físico o psicológico  con indefensión aprendida. Paro laboral que se alarga, o al revés trabajos que enferman, hijos con padres abusivos o padres con hijos maltratadores etc.

Piensa en positivo, gestiona el cambio, sal de tu zona de confort, todo está en tu mente, bla, bla, bla… ¿En serio?, no me lo digas. Muchos de los autores más prolíficos en venta de libros de autoayuda nos comentan  que todo está en nuestra mente. Que debemos empezar el camino de la transformación, salir de la zona de confort, no pelearse con las cosas, no afrontar, aceptar grandes adversidades, bajar la ansiedad ralentizando nuestra vida, como si a veces la vida se pudiera ralentizar, sobre todo en grandes metrópolis.

No quiero que estas personas me salven la vida. No quiero que me miren desde sus valores y desde su experiencia y sus púlpitos de gurús “vende libros” y que piensen que saben tanto de psicología por muy psicólogos que sean, que algunos lo son. Que no me comparen con sus procesos de aprendizaje. Que respeten mi falta de iniciativa, que respeten mi insatisfacción  y mis creencias por muy limitantes que sean. Que  respeten  mi reactividad y  mi pasividad… y sobre todo, que no me digan lo que tengo que hacer, ¿vale? Porque para cada uno las circunstancias y los procesos son diferentes.

Y sobre todo interpelo genéricamente a esos psicólogos que se dedican a publicar libros de autoayuda y que saben los efectos de las psicotrampas, muy estudiadas por Giorgio Nardone (2014). Y los libros de autoayuda es justo lo que venden los sesgos de las psicotrampas y ellos lo saben. Teorías pseudocientíficas que pueden ser iatrogénicas, ya que el remedio puede ser peor que la enfermedad.

El lenguaje de la psicología positiva se ha presentado con todo el marchamo científico como un nuevo enfoque de la psicología centrada en el lado positivo de la vida (optimismo, bienestar, felicidad…) en vez de en el negativo, problemas y malestares como lo hace la psicología tradicional. Es cuanto menos paradójico y curioso ya que los problemas de la vida siguen estando ahí y el mensaje que nos llega es que la persona que no sea optimista y feliz se puede considerar un fracasado y tóxico para los demás. No son tanto las palabras, como realmente el discurso lo que ha impregnado la psicología popular.

El éxito del discurso de la felicidad se debe básicamente a que el termino en si “felicidad” es un comodín que se puede utilizar para cualquier cosa, es como jugar al póker… si juegas con comodines. Y este comodín de la felicidad es muy oportuno para la ideología neoliberal que no quiere ni oír hablar de problemas o malestares, sino solo de oportunidades, esas oportunidades que según ellos generan las crisis. De ahí el “coaching” de diván o de aeropuerto, que también me han comentado que existe. Los libros de autoayuda se han convertido en un bien de consumo, se usan y se tiran. Una lectura de unas horas no puede resolver la insatisfacción permanente y existencial de las personas, junto con sus problemas y malestares.

Esos problemas y malestares en la vida, que es lo que hacen que la vida sea eso… “vida” vivida. Hoy en día, se tramitan dentro de una ideología neoliberal normativa con la connivencia de la psiquiatría, como “fenómenos naturales” debidos a la genética y a la neuroquímica oportunamente convertidos en diagnósticos clínicos, (Pérez Alvarez, 2021). Si un problema que esta fuera de nosotros y nos embulle nos causa depresión… somos nosotros los depresivos ya que se supone que el problema está en nuestro interior y si se nos medica (solución), revertimos el problema y se supone que el problema se ha acabado. Lo mismo con la ansiedad, TDAH en niños etc. Pero el problema os aseguro, medicados o no, va a seguir ahí fuera.

Desde mi punto de vista, los libros de autoayuda no son el problema real. El problema está en una sociedad que se ha vuelto cada vez más individualista y medicada. Los libros de autoayuda son un síntoma de ese problema, ya que ellos le dicen al lector que puede arreglar sus problemas sin la necesidad de ayuda o relaciones humanas. Así que, si los problemas de la persona: separaciones, duelos, muertes, paro laboral, soledad, depresión, etc. vienen de una sociedad individualista, entonces los libros de autoayuda luchan contra el individualismo con más individualismo, cosa que por supuesto, no funciona. La gente se vuelve infeliz cuando no puede vivir de acuerdo con las expectativas que plantean esos libros y se culpa a sí misma. Y por supuesto, esto las deprime más.

No olvidemos que el término “felicidad” es un término lingüísticamente sincategoremático es decir: que no tiene un significado concreto si es usado por sí solo. Por tanto, es ridículo pensar en ir en busca de la felicidad ya que no existe por sí misma y se puede considerar un término evasivo o sin sentido, cuanto más lo buscas, menos lo encuentras. La felicidad en la vida son otras muchas cosas, un fluir en un instante con tus seres queridos, un segundo, una mirada con el “otro”, una caricia, un lugar, un recuerdo, la amistad… el amor quizás…

“Psychobabble”  psico palabrería en inglés, es un término acuñado por el escritor Richard D. Rosen en 1975 y que mereció una canción del grupo Allan Parsons Project (incluida en su álbum de 1982, Eye in the Sky) y con ella me despido, cortesia de YouTube. Que la disfruten y sean felices…

Bibliografía:

Briers, S. (2012) “Psychobabble: Exploding The Myths of the Self-Help Generation”. Ed. Pearson 2012. Pearson Corporate.

James, W. (1890) “Principios de psicología”. Ed. Fondo de Cultura Económica 1994, México.

Nardone, G. (2014) “Psicotrampas” colección divulgación, ed. Paidós, Barcelona.

Pérez Alvarez, M. (2021) “Ciencia y pseudociencia en psicología y psiquiatría” Alianza Editorial, 2021 Madrid.

Rosen, R. D.  (1975) “Psychobabble” Ed. Wildwood House Ltd, 1978, London.

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