El trauma en la transexualidad…

No siempre en la sexualidad del individuo hay un camino de rosas, si se nace con un cuerpo equivocado existe un sufrimiento de enorme trascendencia; ese problema lo padecen los transexuales desde niños. Sentirse hombre como identidad de género y tener cuerpo de “hembra” a nivel genital o al revés, sentirse mujer como identidad de género y tener cuerpo de “macho”, es una verdadera putada y solo lo sabe quién lo sufre y tiene que mirar con asco a sus genitales.

Algunos familiares y amigos de estas personas pueden creer que eso es ser homosexual, o rechazan esa condición y se tacha de “vicio” o “desviación” su conducta, cuando en realidad la propia identidad sexual está en el interior del psiquismo y no en su anatomía. Ya que hay una disconformidad entre el sexo biológico, social y psicológico. Ya que como he repetido muchas veces el ser humano es un ser biopsicosocial.

Desde la primera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM, 1952), y gracias al activismo LGBT+ y a la investigación psicológica despatologizante de la diversidad sexual; la homosexualidad fue progresivamente desclasificada como trastorno mental, siendo eliminada definitivamente del DSM en su tercera versión revisada y publicada en 1987. Por su parte, la identidad transgénero fue incluida como trastorno de la identidad de género en 1973 con la publicación del DSM-III. En la quinta versión de dicho manual (DSM-V, 2013), esta categoría diagnóstica fue renombrada como “disforia de género” en un intento de despatologizar a las personas “trans”, aun cuando permanece la discusión en torno a la conveniencia de mantener o no este diagnóstico en dicho manual (Bidell & Stepleman, 2017). Por eso hay que tener claro, como se conceptualizan las dimensiones de género.

La definición de sexualidad ha tenido diversas interpretaciones. Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2006) y la Asociación Americana de Psicología (APA, 2008). Ambas incluyen conceptos tales como sexo, género, roles de género, identidades de género, expresión de género, orientación sexual, placer, intimidad y erotismo. Adicionalmente, señalan que la sexualidad se experimenta y se expresa a través de pensamientos, fantasías, roles, comportamientos, relaciones, deseos, creencias, actitudes, valores y prácticas. La identidad sexual corresponde, entonces, a la integración, conformidad y afinidad con los distintos aspectos involucrados en la expresión de la sexualidad. En la identidad sexual están comprendidas las dimensiones biológica, social y motivacional, que son las que dan lugar a diferentes categorías identitarias (Vargas-Trujillo, 2007).

Existen ciertas categorías de la sexualidad con las que las personas pueden manifestar distintos grados de conformidad identitaria. Estas son el sexo, el género y la orientación sexual:

Identidad con el sexo: La identidad con el sexo se refiere al grado de conformidad con las características biológicas (caracteres sexuales primarios y secundarios). Existen las categorías de macho, hembra e intersexual (sexo biológico ambiguo), vinculado al paradigma del sexo gonádico genital del hermafrodita.

Identidad con el género: Hace referencia al propio sentir y a la conformidad con las expectativas sociales en relación al ser hombre o mujer a lo largo de la vida. Existen las categorías de: andrógino/a, femenino/a, masculino/a, transgénero/a, (comúnmente los llamados transexuales y travestis), bigénero (variación temporal entre masculino y femenino), género fluido (variación entre masculino y femenino o neutro), género queer (postura ideológica del transgénero, vinculado a la teoría queer), género neutro (entraría dentro del género fluido), cisgénero (coherencia entre sexo genital y social), agenero (cuando alguien siente que no pertenece a ningún género).

Identidad con la orientación sexual: Hace referencia a la atracción física, emocional y romántica que una persona siente hacia personas de un mismo sexo, otro sexo o ambos sexos. Existen las categorías de: homosexual (lesbiana, gay), bisexual, heterosexual, pansexual (atracción con cualquier categoría identitaria), demisexual (atracción sexual de cualquier género solamente cuando exista implicación emocional en la relación). Cuando alguien siente que no tiene atracción hacia ningún sexo o que no tienen una orientación sexual puede identificarse como asexual.

Prejuicios heteronormativos hacia las diversas identidades de género y orientaciones sexuales:

Las estructuras heteronormativas desarrollaron antiguamente un modelo de creencias vinculadas a la naturaleza de la homosexualidad, la cual se encontraría en la base del desarrollo de prejuicios y actitudes de tipo biológico y psicosocial sobre la misma. Estas creencias están relacionadas con la homofobia sutil. Por ejemplo, en una muestra de psicólogos y psicoterapeutas bastante amplia sobre todo en el cono sur de américa, la presencia de creencias psicológicas sobre la homosexualidad, tales como que ésta podía ser causada por una perversión, por una mala resolución de conflictos con figuras parentales o por experiencias de abuso sexual en la infancia; generó sesgos de mayores niveles de prejuicio y actitudes LGBTI-fóbicas en esos territorios. (Bonamigo, 2016).

Es importante considerar que, en una sociedad heteronormativa, las personas heterosexuales y cisgénero no viven este proceso de asumir y declarar su identidad u orientación sexual. La heteronormatividad y la heterosexualidad obligatoria hacen que la develación de la identidad sexual sea una experiencia propia de la comunidad LGBT+.

La develación de la identidad sexual diversa es un proceso que puede iniciarse a cualquier edad y que se caracteriza por ser heterogéneo, dado que puede ocurrir en diferentes grados en los variados contextos sociales en los que habita la persona –familia, amigos/as, compañeros/as de estudios o trabajo, etcétera. Además, la develación ocurre en un continuo que considera la disminución del ocultamiento de la identidad sexual diversa y la progresiva divulgación activa de la misma (Meidlinger & Hope, 2014).

Por tanto, los jóvenes transexuales afrontan muchas dificultades para obtener tratamiento médico para su condición ya que algunos psiquiatras y endocrinos son bastante reacios a dar tratamiento hormonal a jóvenes transexuales menores de 16 años, y conseguir la cirugía de reasignación de sexo es casi imposible. Sólo en los últimos años en países como Reino Unido algunos niños y niñas transexuales han recibido asistencia y, en su caso, tratamiento médico, así como la posibilidad de cambiar su rol social antes de esa edad.

La pubertad es especialmente difícil ya que, mientras otros a esa edad se sienten excitados por sus cambios corporales y encantados con su crecimiento, los púberes lo pasan como un verdadero trauma, es el peor estado de desarrollo anatómico de sus vidas ya que acentúan los caracteres sexuales que no quieren. Todos estos problemas se simplificarían si hubiese la posibilidad de una intervención temprana. Muchas teorías y profesionales de la salud constatan cada vez más que la transexualidad no es un asunto psicológico, sino una cuestión física que nace en el feto. Su causa es puramente biológica.

El transexual tiene un conflicto entre su identidad sexual y el sexo que le ha sido impuesto al nacer (transfobia identitaria). Este colectivo encuentra como única solución el proceso de reasignación de sexo. Este proceso puede incluir tomar hormonas o someterse a la Cirugía de Reasignación de Sexo para modificar sus características sexuales primarias y secundarias.

No obstante, algunos transexuales necesitan expresar estas características de una manera tan fuerte, que desarrollan una disforia sexual que se manifiesta, en simplemente actuar como mujeres, travistiéndose de ellas, como si de un fetichismo se tratara. Sin necesidad de cambiar su anatomía masculina (ni operarse su pene ni ponerse implantes) ni hormonarse. Esto puede ser debido, desde un punto psicoanalítico, a traumas en la niñez con la existencia de “madres dominantes y ausencia de figura paterna”, “padres que han deseado tener un hijo del otro sexo”, “homosexualidad reprimida”, “alteración emocional”, o “abuso sexual”.

Para iniciar un tratamiento de reasignación se precisa un informe psiquiátrico y psicológico donde se descarten trastornos mentales que induzcan a tomar dicha decisión y que dicho cambio de sexo sea vital para la propia salud mental de esa persona que durante uno o dos años realizará un test de experiencia de vida real, que consiste en relatar como sería vivir de acuerdo a la propia percepción de la identidad sexual, es decir, como sería su vida si ya tuviera asignado el cuerpo que le gustaría tener. Se le realizará un seguimiento y acompañamiento psicológico durante su proceso de “cambio” ya que se producirán muchos cambios, y es necesario ir asimilándolos al tiempo que ocurren.

Se necesita de la cirugía para un resultado físico satisfactorio aparte de una terapia hormonal que durará toda la vida. La cirugía de reasignación de sexo consiste en operaciones como: la vaginoplastia (formación de una vagina) o la faloplastia (formación de pene). La metadoioplastia se produce cuando el clítoris se desarrolla por el tratamiento hormonal y a partir de ahí se puede realizar la faloplastia. También otras operaciones de cirugía facial o una mastectomía (implante de pechos) están entre las más realizadas.

La cirugía es muy cara -excepto en Andalucía- no está cubierta por la Seguridad Social o por los seguros médicos privados. El precio varía, pero la vaginoplastia está entre 12.000-18.000 €; la faloplastia es más cara entre 24.000-36.000 €. No todas las personas transexuales se someten a la cirugía de reasignación de sexo debido al alto coste de la operación, a pesar de que vivan permanentemente en el rol de género del sexo con el que se identifican. Y hay otras personas que deciden operarse en el extranjero, Tailandia se ha erigido en la gran meca del transexualismo. Australianas, japonesas, inglesas y norteamericanas eran las clientas más frecuentes en las consultas de Phuket o Bangkok. Ahora llegan las españolas.

Sólo en Bangkok se realizan más de mil quinientas operaciones al año, se une el hecho de que se trata de un país tradicionalmente tolerante y respetuoso con este colectivo. Es frecuente ver modelos y presentadoras de televisión transexuales. Además, en el antiguo reino de Siam, donde cada año se celebra por todo lo alto el concurso Miss Universo Transexual, se les permite entrar en las Fuerzas Armadas.

El Dr. Sanguam Kunaporn, que ha dotado con cuerpo de mujer a más de seiscientos transexuales, es el cirujano predilecto de las españolas. Más de la mitad de las operadas han pasado por su avezado bisturí. Este cirujano utiliza una técnica revolucionaria en dos etapas, adaptada del tratamiento de quemados. Aunque es más farragosa, el resultado físico es mejor. En la primera intervención se construye el canal vaginal, los labios mayores y menores y el clítoris. Se extirpan los testículos y se conserva el tejido escrotal. Éste servirá, siete días después, para recubrir el interior de la neovagina. Los siguientes pasos consisten en aprender a dilatar la neovagina. Tras el alta se recomienda permanecer una semana en la zona de Phuket por si hubiese complicaciones.

Pero no todo es tan fácil como aparenta. Además del calvario quirúrgico, las transexuales tienen que pasar una serie de requisitos previos para que se dé el visto bueno a la reasignación sexual. Es una decisión muy importante que asimismo tiene que estar avalada por un informe psiquiátrico favorable. También se exigen al menos un año de vida real con el sexo deseado (dieciocho meses viviendo con el sexo deseado se deberán acreditar en España, para poder cambiar de identidad, según la ley del 2007) y, en el caso del cirujano Sanguam, se deberán pasar seis a nueve meses de terapia hormonal.

No obstante, la observación de disconformidad de género, variaciones de género o género discordante no necesariamente constituye una identidad de género trans. De hecho, se ha visto que muchas personas que presenten estas características en su infancia no se identifican como trans en su adultez (Clarke et al., 2010).

Sin embargo, la expresión de dicha disconformidad de género en la infancia tiene un impacto en el contexto familiar, educativo, social y en algunas ocasiones, quienes participan de dichos contextos pueden ejercer presión para que el niño o niña resuelva de manera rápida y definitiva su identidad de género. Por esto, es fundamental permitir la exploración y no imponer una identidad, ya sea transgénero o cisgénero, ya que esto podría tener consecuencias en la autoestima y en la construcción de una identidad global positiva, desembocando en una constante angustia al no encontrar un espacio o personas que afirmen un aspecto de la identidad, de la experiencia de descubrirse y de consolidarse saludablemente.

Una persona “trans” se enfrenta a diferentes situaciones que pueden poner en pausa, retrasar o frenar su proceso de tránsito; estas pueden convertirse en factores de riesgo suicida y son: discriminación, rechazo familiar, aislamiento social, vulneración de derechos humanos, violencia física y verbal, barreras de acceso a la salud, educación y falta de acceso a trabajos dignos (Tomicic et al., 2016).

Bibliografía:

Bidell & Stepleman, (2017) An Interdisciplinary Approach to Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Clinical Competence, Professional Training, and Ethical Care: Introduction to the Special Issue. Journal of Homosexuality, 64(10)

Bonamigo, I. (2016). Precoinceto contra Diversidade Sexual e de Genero e Práctica Clínica em Psicología. Dissertação para a obtenção do título de Mestre em Psicologia Clínica do Programa de Pós-Graduação em Psicologia da Universidade do Vale do Rio dos Sinos – UNISINOS.

Clarke, V., Ellis, S.J., Peel, E., & Riggs, D. W. (2010). Lesbian, Gay, Bisexual, Trans & Queer Psychology: An Introduction. Cambridge, UK: Cambridge University Press.

Meidlinger, P. C., & Hope, D. A. (2014). Differentiating disclosure and concealment in measurement of outness for sexual minorities: The Nebraska Outness Scale. Psychology of Sexual Orientation and Gender Diversity, 1(4), 489-497.

Tomicic, A., Martínez, C., Aguayo, F., Leyton, F., Rosenbaum, C., Rodríguez, J., Galvez, C & Lagazzi, I. (June, 2016). Adolescence and Suicide: Subjective Construction of Suicide Process in Young Gay and Lesbian People. 47th International Annual Meeting of the Society for Psychotherapy Research. Jerusalem, Israel.

Vargas-Trujillo, E. (2007) Sexualidad… mucho más que sexo: Una guía para mantener una sexualidad saludable. Colombia: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales – CESO Departamento de Psicología.

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