Efecto Westermarck y el GSA.

Westermarck (1891), creía que la selección natural había moldeado las tendencias sexuales de toda nuestra especie previniendo las relaciones entre familiares cercanos. En todas las sociedades occidentales actuales existen tabúes normativos, es decir, conductas e ideas que no son aceptadas socialmente por motivos que tienen que ver, al menos en parte, con la moral dominante o las creencias religiosas asociadas a esa cultura.

A algunos de estos tabúes, como el homicidio intencionado o el canibalismo, es fácil encontrarles inconvenientes desde un punto de vista pragmático, porque en caso de generalizarse, podrían desestabilizar el orden social y producir una escalada de violencia, entre otras cosas. Pero en el caso del incesto la inhibición social se puede considerar ¿un condicionamiento operante?

Freud identificó el tabú del incesto como un mecanismo social para reprimir el deseo sexual hacia los familiares cercanos y hacer posible así el funcionamiento “normal” de la sociedad. El complejo de Edipo sería, según él, la manera en la que el subconsciente encaja este golpe dirigido contra las inclinaciones sexuales del individuo, de lo que se desprende que lo único que hace, que la práctica del incesto sea algo generalizado es la existencia del tabú y los castigos asociados a este. Y así se determina en muchas sociedades. Pero no en otras…

Por ejemplo, el incesto madre-hijo prohibido en casi todas partes era obligatorio en la Grecia primitiva y es un ritual de paso en la tribu kubeo de América del Sur. En su pubertad, un varón debe mantener relaciones sexuales con su madre para iniciarse en la vida adulta. Para los tutsis de África oriental, un novio que sea impotente en su noche de bodas puede acudir a que su madre le devuelva su potencia con una relación sexual con ella.

El incesto padre-hija es la forma de incesto más común en el mundo occidental moderno, mucho más corriente de lo que se piensa, en lo referente a relaciones sexuales entre adultos…el problema aquí seria ver qué y cuando se es adulto y no quiero entrar en términos legales, psicológicos o criminológicos sino solo sociales.

En China el prejuicio contra el nacimiento de hembras, en primera linea familiar, genera toda clase de abuso de niñas, de modo circunstancial, o digamos fenomenológico, para no pillarnos los dedos. En estos países, el incesto y el abuso sexual de la niña, incluyendo su oferta para la prostitución, es común.

En muchas partes de la India la niñez comienza con el bebé siendo masturbado regularmente por la madre. O la niña, para que duerma bien, o al varón adolescente, para hacerlo más viril. Los recién nacidos duermen con los padres en la misma cama hasta los diez años o más tarde. ¿Cuánta actividad sexual se observa en estas culturas y en cuántas participan familiares consanguíneos?… No puede determinarse.

Muchos sociólogos hindúes admiten que el incesto en esa sociedad es endémico, pero que nadie lo admitiría por miedo al rechazo social. Varones y hembras se reportan siendo masturbados y violados por los hombres en la familia, incluyendo padres, hermanos mayores, tíos, primos, abuelos, etc.

Como gesto de afección, los pequeños se rotan entre los adultos para dormir con ellos desde una edad muy temprana, exponiéndolos a la estimulación prematura y a la actividad sexual precoz. Esta costumbre es similar a la de compartir esposas entre hermanos, lo cual es aceptable en muchas regiones de esa nación. El sexo entre parientes cercanos es tan admisible en la India, que matrimonios entre tío-sobrina y entre primos hermanos son los preferidos entre ciertos grupos étnicos y religiosos.

Teniendo en cuenta esto, muchos investigadores se han preguntado cuál es el origen occidental del rechazo omnipresente que genera todo lo relativo a las relaciones entre familiares. De entre todas las hipótesis, hay una que ha ganado solidez en las últimas décadas y que se basa en un efecto psicológico basado en la combinación entre el innatismo genético y las conductas aprendidas. Esta es la hipótesis del efecto Westermarck.

Edward Alexander Westermarck fue un antropólogo finés nacido a mediados del siglo XIX conocido por sus teorías acerca del matrimonio, la exogamia y el incesto. En lo relativo a esto último, Westermarck propuso la idea de que la evitación del incesto es el producto de la selección natural darwiniana.

Para Westermark, evitar la reproducción entre familiares formaría parte de un mecanismo adaptativo que llevamos en los genes y que se habría propagado entre la población debido a lo ventajoso de esta conducta en términos evolutivos. Como la descendencia fruto del incesto puede tener serios problemas de salud, la selección habría suprimido en nuestra genética un mecanismo para que sintamos aversión por él, lo cual sería en sí una ventaja adaptativa… Según mi punto de vista, hipótesis cuanto menos discutible.

No obstante, reporto una pregunta…este fenómeno psicológico hipotético según el cual los seres humanos estamos predispuestos a no sentir deseo sexual hacia las personas con las que nos relacionamos de manera continuada durante nuestra primera infancia, independientemente de si son parientes o no. ¿Es consistente?

Es evidente que todos tenemos experiencias infantiles con amigos y amigas en la infancia en la que culturalmente inhibimos condicionamientos sexuales espontáneos. Pero estos condicionamientos, ¿son espontáneos o aprendidos culturalmente? Personalmente y desde mi punto de vista, me inclino más a que son aprendidos.

Ya que, sino, ¿cómo haría la selección natural para promover conductas de evitación del incesto? A fin de cuentas, no hay ningún rasgo por el que podamos reconocer a los hermanos y hermanas a simple vista. Según Westermarck, la evolución ha decidido tirar de estadística para crear un mecanismo de aversión entre familiares. Como las personas que durante los primeros años de vida se ven cotidianamente y pertenecen al mismo entorno tienen muchas posibilidades de estar emparentadas, el criterio que sirve para suprimir la atracción sexual es la existencia o no de proximidad durante la infancia.

Según Westermarck, esta predisposición a no sentir atracción por las personas con las que entramos en contacto periódicamente durante los primeros momentos de nuestra vida sería de bases genéticas y supondría una ventaja evolutiva; pero, a consecuencia de esta, tampoco tendríamos interés sexual por las viejas amistades de la infancia. Este tipo de argumentos suponen cuanto menos una falacia importante.

No obstante, existen estudios que validan en cierto grado el efecto Westermark como, por ejemplo, una investigación basada en cuestionaros pasados a población marroquí mostró que el hecho de tener un trato cercano y continuado con alguien durante la primera infancia (independientemente, de si es pariente o no) hace mucho más probable que al llegar a la edad adulta se sienta aversión ante la idea de casarse con esta persona. Pero estos estudios son solamente cualitativos y por tanto no se pueden sacar conclusiones a nivel genetista como decía Westermark.

La psicóloga evolucionista Debra Lieberman también ayudó a reforzar la hipótesis del efecto Westermarck a través de un estudio en el que pidió a una serie de personas que rellenaran un cuestionario. Esta ficha contenía preguntas acerca de su familia, y presentaba también una serie de acciones censurables tales como el uso de drogas o el homicidio. Los voluntarios tenían que ordenar según el grado con el que les parecían mal, de más a menos reprobables moralmente, de modo que quedaran colocadas en una especie de ranking.

En el análisis de los datos obtenidos, Lieberman (2003) en (Lieberman et al, 2003), descubrió que la cantidad de tiempo pasado con un hermano o hermana durante la infancia correlacionaba positivamente con el grado en el que se condenaba el incesto. De hecho, podía predecirse en qué medida una persona condenaría el incesto sólo con ver el grado de exposición a un hermano en la etapa de la niñez. Ni la actitud de los padres ni su grado de parentesco con el hermano o hermana (se tenían en cuenta también hermanos adoptados) afectaban significativamente en la intensidad del rechazo hacia esta práctica. Pero también se vió que el estudio no consideraba consideraciones genetistas.

La argumentación que refuta el efecto Westermark a nivel genético o evolucionista es lo que se denomina GSA. Ya que se desconoce, en primer lugar, si el efecto Westermarck es una propensión que existe en todas las sociedades del planeta. Por lo que hemos argumentado en las sociedades orientales, está claro que no. Y si se fundamenta o no en la existencia de un rasgo parcialmente genético, aquí se verá que tampoco ya que el GSA lo desmiente. Por supuesto, tampoco se sabe qué genes podrían estar implicados en el funcionamiento del Westermarck, y si se manifiesta de diferente forma en hombres y mujeres ya que tampoco existen estudios al respecto.

Los (re)encuentros de personas adoptadas con sus familias de nacimiento colocan a unas y otras en riesgo de lo que se ha denominado Atracción Sexual “Genética” (GSA, por sus siglas en inglés). La GSA es una atracción que se desarrolla cuando miembros de familias biológicas se encuentran en la edad adulta, después de haber tenido poco o ningún contacto previo. Se caracteriza por sentimientos de deseo o enamoramiento. El conjunto de personas que pueden estar en riesgo de Atracción Sexual Genética incluye: adoptados/as, hijos/as de donantes, niños/as huérfanos o que crecen con un progenitor, pero en ausencia del otro/a, niños/as que han sido separados de una parte de su familia a una edad temprana debido al divorcio, y los/as parientes biológicos de todos ellos, hermanos/ as, medio hermanos/as, tíos/as, sobrinos/as, y madres y padres biológicos. Si dicha atracción acaba en contacto sexual, la relación se clasifica como Atracción Sexual “Genética” de Incesto o GSAi (Genetic Sexual Attraction Incest). En cualquier momento durante la fase de reunión, la experiencia de GSA puede conducir a un encuentro sexual. El GSAi se puede evitar con una educación adecuada, apoyo y límites.

Debido al tabú social del incesto, es difícil saber cuántos encuentros se ven afectados por el GSAi. El GSA se basa en que algunas personas han teorizado que el amor romántico y la excitación erótica son un subproducto retardado de la unión perdida, que se hubiera producido normalmente entre un progenitor o progenitora y su hijo/a recién nacido, o entre hermanos/as que no hubieran sido separados a partir de la adopción.

Parece que se teoriza que por una separación y/o abandono, los sentimientos, sensaciones y deseos de conectar a un nivel profundo, permanecen en estado latente en el interior del individuo a nivel inconsciente, (similar al Edipo de Freud). Cuando tiene lugar el (re)encuentro, la necesidad de unirse y afianzar la conexión original resurge con renovada intensidad. Algunas personas han teorizado que la GSA solo afecta a aquellos individuos y no al resto de la población que no hubiera vivido las circunstancias antes mencionadas.

Por tanto, de alguna manera el GSA revalidaría en el siglo XXI, el Edipo de Freud, en algunos términos, hoy en desuso y refutaría el efecto Westermark. Esta claro que lo conveniente es tener informada a la población y que un GSA no se convirtiera nunca en un GSAi, de esta manera a nivel social se prevendría el hecho incestuoso. Según UAB (2013).

Bibliografía:

Lieberman, D., Tooby, J. y Cosmides, L. (2003). “Does morality have a biological basis? An empirical test of the factors governing moral sentiments relating to incest”. Proceedings of the Royal Society of London: Biological Sciences, 270(1517), pp. 819 – 826.

UAB (2013), “GSA El riesgo oculto en los re-encuentros”.  Ed. Revista Afin, nº51

Westermarck, E. (1891). “The history of human marriage”. Londres: Macmillan. Citado en Antfolk, J., Karlsson, Bäckström, M. y Santtila, P. (2012). Disgust elicited by third-party incest: the roles of biological relatedness, co-residence, and family relationship. Evolution and Human Behavior, 33(3), pp. 217 – 223.

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