Conformidad social.

Un grupo de individuos siempre tiende a la socialización. Es decir, a la creación de normas y a la presión hacia la obediencia y la conformidad homogénea del mismo. Esta técnica es muy utilizada con el fin de control social en las religiones y en la política. Y también en la estratificación de clases.

La socialización siempre funciona a través de la obediencia y la conformidad social, que sugieren un nivel intrínseco de conflicto inevitable entre el individuo y su grupo, ya que se establece “ipso-facto” que ser miembro de cualquier grupo social, conlleva cierto nivel explícito de subordinación y acatamiento a las normas establecidas que pueden, o no, ser voluntariamente escogidas.

También se supone, aunque no tiene por qué ser así, que los beneficios del colectivo satisfacen en igual medida a todos los miembros del grupo. La obediencia se suele manifestar como conducta o actitud de conformismo; otras veces ocurre como reacción a mecanismos más complejos a nivel social, como la marginación, la estratificación y la presión social.

Obedecer y conformarse no es lo mismo. Aunque ambas son conductas actitudinalmente aprendidas, dependen fundamentalmente, del estilo de crianza al que son expuestas las personas en la primera infancia. A los niños se les enseña desde pequeños a que “sean buenos” y que obedezcan y acaten las normas sociales y de conducta. Pero más que enseñar a obedecer se enseña a ser sumiso y conformista con las opiniones de la mayoría.

Esta tendencia es innata en los grupos sociales humanos. Tendencia que fue comprobada en los famosos experimentos sobre la conformidad de Solomon Asch (1951). Asch quiso replicar con su estudio, el anteriormente expuesto por Muzafer Sherif (1935) que utilizaba de forma más subjetiva, el efecto auto cinético para sus conclusiones.

La intención de Asch era averiguar, cuanta gente se conformaría ante una respuesta claramente errónea. Para ello se hicieron grupos formado por un participante y siete cómplices de Asch para dar la misma respuesta errónea, cada vez que se preguntara, en doce pruebas consecutivas, en función de la posible longitud de tres líneas verticales de diferente tamaño denominadas A, B y C en referencia a una línea vertical de muestra de una longitud concreta. De las cincuenta personas que tomaron parte en estas doce pruebas más del 75% se conformó dando la respuesta incorrecta como válida, más de una vez, en función de la presión del grupo compinchado con Asch. También se demostró que el otro 25% nunca se conformó con la respuesta errónea.

Cuando se preguntó al 75% que dio la respuesta errónea, porque lo hizo. Y porque habían ignorado la evidencia que tenían ante sus ojos, la mayoría respondió, que tenían miedo de hacer el ridículo ante los demás y querían “encajar” (lo que se conoce como influencia normativa), con el resto de las opiniones del grupo, que no es más que la necesidad de ser aceptado por los otros.

En alguno de los casos comentaban que ellos quizás debían desconocer algo que el resto del grupo conocía, (lo que se conoce como influencia informacional), que no es otra cosa, que la necesidad de estar en lo cierto y reducir la incertidumbre. Se descubrió así que ambas influencias afectaban a la probabilidad de conformidad grupal.

La conformidad social es normalmente, un cambio de conducta que ocurre posterior a alguna forma de presión verbal o no-verbal ejercida por el grupo de forma real o imaginaria para el sujeto. La conformidad, no es complacencia, ya que esta última solo es un cambio de conducta como resultado de una petición directa, ni tampoco debe ser el concepto de conformidad usado como sinónimo de obediencia, ya que la obediencia es un cambio de conducta que surge como resultado a la presión que ejerce alguna figura de autoridad, ya sea familiar, educativa o institucional.

David Riessman (1950) categorizaba las reacciones al conformismo en tres tipos: las personas dirigidas desde la tradición, las personas dirigidas desde la conciencia moral, y las dirigidas desde los otros. El conformismo desde la “tradición” describe a un ser humano totalmente controlado por las creencias y costumbres de su sociedad que bajo presión social determinan su conducta. El conformismo desde la “conciencia moral” sostiene que se internalizan los ideales morales en la familia que luego funcionan como mecanismos de presión hacia la obediencia. El conformismo desde “el control de los otros” establece que la reacción de los demás (la reputación, el chisme, la percepción social, la imagen) hacen que nuestra conducta tienda a ser de complacencia en la que se persigue impresionar bien a los demás.

Posteriormente a Solomon Asch vinculando la conformidad con la influencia social y el control social. Fue estudiado el sesgo de la conformidad por Moscovici y Faucheux (1969).  Basándose en un experimento, titulado “Azul-Verde” en el cual se proyectaron diapositivas azules ante grupos formados por dos cómplices y cuatro sujetos. Los cómplices afirmaban de forma unánime y consistente que las diapositivas eran verdes y los cuatro sujetos terminaron cambiando su respuesta en una relación de 8,4 %.

Interesante es destacar la conceptualización de conformidad por Herbert Kelman (1972) que establece tres formas, o sub-tipos, de conformidad: complacencia (conformarse públicamente, pero conservando en privado las ideas propias), identificación (conformarse, en público y privado, mientras se es miembro de un grupo, pero no cuando se deja al grupo) e internalización (conformarse pública y privadamente, tanto cuando se es miembro de un grupo como cuando se deja el grupo).

Así mismo, Moscovici (1985) trabajando con la inconformidad de las minorias, decía que existen tres formas de reacción a la influencia social: El conformismo, la normalización; y la internalización. El conformismo es “la aceptación de una norma dominante”, en tanto que la normalización es “una presión ejercida recíprocamente, que se traduce en una norma de juicio aceptable para todos” y la internalización se refiere a “influencia impulsada por un individuo o una minoría cuyo resultado consiste en crear nuevas ideas, modos de pensar, comportarse, o bien modificar ideas recibidas, actitudes tradicionales, antiguos modos de pensar o actuar”.

En síntesis, lo que reflejan estos experimentos es que un individuo adulto es capaz de renunciar a su criterio, simplemente porque lo diga el grupo. Esto al parecer no lo hacen ni los primates, según estudios del primatólogo Daniel Haun.

Por tanto, podemos pensar que finalmente la conformidad solo conduce al error, de todo el grupo al completo, siendo un mecanismo social ineficiente y anti evolutivo. Considerándose por tanto un problema del propio sistema social, en detrimento del control a través de los instrumentos sociales generados para ello.

Bibliografía:

Asch, S. (1951) “Effects of Group Pressure upon the Modification and Distortion of Judgments”, en M. Guetzkow (editor) Groups, Leadership, and Men, Pittsburgh, Pa.: Carnegie Press.

Kelman, H. C. (1972). The rights of the subject in social research: An analysis in terms of relative power and legitimacy. American Psychologist, 27(11), 989-1016.

Moscovici, S. (1985) The Age of the Crowd: A Historical Treatise on Mass Psychology, Cambridge and Paris: Cambridge University Press and Éditions de la Maison des Sciences de l’Homme.

Moscovici, S; Faucheux, C. (1972) “Social influence conformity bias, and the study of active minority; in Berkowitz, L. “advances in experiencial social psychology” Ed. Academic Press NY, vol 6. P. 149-202

Riessman, D. (1950). “The Lonely Crowd: A Study of the Changing American Character” Ed. Ethics, 62.2

Sherif, M. (1935) “A Study of Some Social Factors in Perception”, Archives of Psychology, 27: 1-60.

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