La individualidad y el auto concepto…. la teoría del “self”

Desde el principio de los tiempos y desde que al “homo sapiens” se le presupone “conciencia”. El ser humano ha necesitado plantearse su propia existencia con el fin de llegar a tener un auto concepto sobre sí mismo y un concepto respecto de su entorno. El estudio de la conciencia, los procesos que la constituyen y los atributos que se le adjudican han estado siempre presentes en la historia de la filosofía, de la psicología, de la sociología y últimamente también en las neurociencias y en la psicopatología.

Así los filósofos consideran el “self” (término anglosajón que podemos traducir libremente como “conciencia reflexiva”) una parte del libre albedrio y del conjunto de los conceptos morales a nivel social. Los neurocientificos piensan que el cerebro derecho y sus funciones reguladoras son las que conforman el “self”. Los psicólogos no concebimos el “self” sin un modelo de sujeto, que busque dar un sentido a la vida como necesidad. Los sociólogos creen que el “self” es la interacción de un comportamiento individual como consecuencia a las reacciones de un comportamiento grupal o social. Y en psicopatología se estudia el “self” en función de los límites mentales del individuo a raíz de un posible problema de conducta o trastorno de personalidad.

Pero… ¿qué es lo que denominamos “self”?… ¿es parte integrante del sujeto?, ¿es lo mismo que el “yo”?.. ¿es un sistema mental abierto o cerrado?… ¿tiene continuidad en el individuo?…

Bueno, empecemos con un poco de historia…

Necesitamos plantearnos la naturaleza del “si mismo” para poder de alguna manera conceptualizarlo. Existen en psicología unos cuarenta constructos para el concepto del “self”, vinculados a diferentes escuelas y a diferentes metodologías de estudio (Ashmore y Jussim, 1997). El primer precursor del estudio del “self” desde un punto de vista científico fue Williams James (1890) que a nivel sistémico consideró el estudio del “self” desde cuatro vertientes que son: el auto concepto, la autoevaluación, la auto percepción y la auto estimulación. No obstante James, tomo como base la aportación filosófica de siglos anteriores.

Las bases filosóficas del “self” empezaron con René Descartes (1596-1650), como padre de la filosofía moderna. La época en la que vivió Descartes, fue una época de grandes incertidumbres, y grandes paradigmas, donde a nivel de creencias, lo “viejo” pierde validez y lo “nuevo” aún no está consolidado. El reforzamiento de la vida urbana respecto a la vida de campo, la Reforma como cisma eclesiástico y el Renacimiento, hacen que las creencias populares se tambaleen, de ahí que Descartes opte por la duda, considerando que la mayoría de las cosas que cree el ser humano son prejuicios adquiridos y no razonados. Por tanto la única existencia es la creencia en uno mismo. “cogito ergo sum”.

Posteriormente el que puso la enmienda a Descartes fue John Locke (1632-1704). La preocupación de Locke no es tanto el individuo como su identidad personal. Es decir, la sensación de ser la misma persona en diferentes lugares y diferentes contextos. Por tanto la sensación del “self” para Locke, era un continuo vinculado a los cambios culturales, sociales, políticos y religiosos. Por tanto, la identidad del “self” pasaba de la subjetividad cartesiana a la objetividad como identidad personal y conocimiento del mundo y sus circunstancias.

David Hume (1711-1776) amplia los conceptos del self de Descartes y Locke, añadiendo que la identidad del “self” no se basa en una percepción simple y continua de nosotros mismos. Por tanto la identidad del “self” es una secuencia de percepciones y pensamientos distintos y no una identidad personal permanente, ya que está última es simplemente una ficción. Ya que solo podemos percibir a nivel objetal el entorno exterior y este tiene que ser a nivel de pensamiento digerido, aprendido y memorizado a través de las emociones. Importante el tema de las emociones en el concepto del “self”.

Posteriormente Immanuel Kant (1724-1804) culminando el proceso de la Ilustración, vinculada a la exaltación de la autonomía personal y a la autodeterminación del individuo. Considera que si Descartes liberaba al individuo de prejuicios en cuanto al alma y a la substancia. Locke colocaba al individuo en un lugar y época determinada dentro de un continuo y que Hume al defender que tiene que existir una condición preexistente a cualquier experiencia perceptiva, no podía atribuir autodeterminación a un “self” inexistente. Kant consideró que tiene que existir para que la experiencia sea posible una condición que la precede. Esta condición es que para que la experiencia exista y sea posible debe estar organizada y unificada por la mente a nivel secuencial. Y esto es un estado de consciencia continua, que puede ser perceptible o no perceptible. Y esta consciencia no perceptible es un estado del “yo “puro y trascendental que no tiene atributos positivos, puesto que no es objeto de experiencia. Si no, que se puede considerar, como una maquinaria interna en el individuo, que procesa la información a través de inputs externos.

Posteriormente Hegel (1770-1831) en plena revolución francesa, amplia el “yo” puro y trascendental de Kant cargándole de significado social, histórico y cultural. Creando una teoría unificada de la realidad a nivel de auto concepto individual. Y es aquí donde el fisiólogo y psicólogo Wilhem Wundt (1832-1920) da paso a la psicología experimental y al estudio primitivo y conductista del “self”, con su obra definitiva “Principios de Psicología Fisiológica” (1874) Acuñando estos estudios William James (1842-1910) con su magistral obra “Principios de Psicología” (1890).

Por tanto, la herencia filosófica del “self” estuvo muy presente tanto en Wundt como en James. Para Wundt el concepto de “self” está más relacionado con las teorías de Kant y para James con las teorías de Hume y de un empirismo más radical vinculado también a las ciencias sociales como base. Ya que “Principios de Psicología” (1890) de William James se escribe dieciséis años después de los “Principios de Psicología Fisiológica” (1874) de Wundt, pero diez años antes que sus primeros escritos de 1900 sobre “Völkerpsychologie” a nivel de psicología social. Es decir, James desconoce el punto de vista de Wundt sobre la metodología social y cultural de su última época. Así, el “self” de James es social porque algunas de sus propiedades centrales lo son, pero el propio concepto es tan individual como toda su psicología. Tendrá que llegar la siguiente generación para que el “self” se convierta en un auténtico producto social.

No obstante el principio del estudio del “self” (1914) de una manera más seria lo hace, como no podía ser otro, Sigmund Freud (1856-1939), Freud formula la hipótesis estructural del “self”. El pensamiento freudiano hace hincapié en las características formales del conflicto intrapsíquico e intersistémico, más que en el contenido del mismo. Con su teoría del “yo”.

El psicoanálisis es una teoría sobre los procesos psíquicos inconscientes, que presenta una concepción ampliada de la sexualidad, de sus relaciones con el acontecer psíquico y su reflejo en lo sociocultural. El “Ello”, el “yo” y el “superyó” son los conceptos fundamentales (instancias) del “aparato psíquico”:

El “Ello”: Su contenido es inconsciente y consiste fundamentalmente en la expresión psíquica de las pulsiones y deseos. Está en conflicto con el yo y el superyó. Se vincula a las teorías kantianas de su “yo” puro y trascendental.

El “yo”: Instancia psíquica actuante y que aparece como mediadora entre las otras dos. Intenta conciliar las exigencias normativas y punitivas del “superyó”, así como las demandas de la realidad con los intereses del “Ello” por satisfacer deseos inconscientes. Es la instancia encargada de la defensa y de desarrollar mecanismos que permitan obtener el mayor placer posible, pero dentro de los marcos que la realidad permita. Gran parte de su contenido es inconsciente. Vinculado a las teorías de Hume a nivel de “self” intrasubjetivo y continuo.

El superyó: Instancia moral, enjuiciadora de la actividad yoica. El “superyó” es para Freud una instancia que surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo y constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales. Vinculado a las creencias y dualidades cartesianas.

Los estudios del “self” a nivel psicoanalíticos los continuaría Heinz Hartmann (1894-1970) con la psicología del “yo”. Quien retoma la necesidad de hacer del psicoanálisis una ciencia con características positivistas, más cercana a la biología, y con pretensiones de constituirla en una psicología general, lo cual dio origen a la psicología psicoanalítica del “ego”, que dominaría por muchos años el campo teórico y clínico del psicoanálisis, particularmente en EEUU. (Hartmann, 1950).

En una línea paralela otro “Heinz” en este caso Kohut (1913-1981) fundaría la escuela psicoanalista “self psychology”  vinculada a la auto referencia (autoimagen, autoestima y auto eficacia). Kohut fue una figura importante  del movimiento psicoanalítico del siglo XX, particularmente en EEUU. Muchos historiadores del psicoanálisis norteamericano lo describen como la figura más creativa del Instituto de Psicoanálisis de Chicago. Sin embargo, a medida que fue desarrollando y publicando sus ideas, que eran nuevas en el contexto del psicoanálisis predominante en Chicago, sus colegas lo marginaron. Sin embargo, con el paso del tiempo, sus ideas han sido reconocidas por muchos analistas y su contribución no puede ser ignorada.

Pero existen otras escuelas del “self” a parte del psicoanálisis; las terapias conductistas, el análisis transaccional, el psicodrama, la Gestalt y las terapias humanistas, también trabajan con el “self” e incluso existe un constructo del “self” muy vinculado al construccionismo social y al postmodernismo.

El “self” conductista, es la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto. Surge con el desarrollo y a través de la actividad y las relaciones sociales. Para desarrollar el “self” es necesario reflexionar o ponernos inconscientemente en la posición de otros y de actuar como lo harían ellos. La referencia más importante del conductismo son los trabajos de George Herbert Mead (1863-1931), fundador del llamado Interaccionismo simbólico o (conductismo social).

Según Mead, la génesis del “self” se encuentra en dos etapas del desarrollo infantil, la etapa del juego y la etapa del deporte. La etapa del juego es donde el niño aprende a adoptar la actitud de otros niños determinados. Juegan a ser otro. De esta forma el niño aprende a convertirse en sujeto y objeto siendo entonces capaz de construir su propio self. En esta etapa el niño carece de personalidad definida pues representa una serie de papeles determinados. La etapa del deporte es la etapa necesaria para desarrollar un self en todo el sentido de la palabra. Aquí el niño adopta el papel de todos los que están involucrados en la interacción. Aquí se manifiesta la organización y se perfila la personalidad.

En el “self” ocurren dos fases o procesos, el “yo” y el “mi”. El “yo” es la respuesta inmediata de un individuo a otro. Mead se centra en él por cuatro razones:

  1. Es una fuente importante de innovación en el proceso social
  2. Creía que era ahí donde se encuentran los valores más importantes
  3. Constituye algo que todos buscamos (la realización del self)
  4. Creía también en un proceso evolutivo en la historia por el que en las sociedades primitivas las personas estaban más dominadas por el “mi” mientras en las sociedades modernas se daba en ellas un mayor componente del “yo”

El “mi” es el conjunto organizado de actitudes de los demás que uno asume. Es la adopción del otro generalizado. El mi implica la responsabilidad consciente.

Existe también una teoría del “self” en la terapia transaccional:

A nivel funcional, el Análisis Transaccional, busca facilitar el análisis de las formas en que las personas interactúan entre sí mediante transacciones psicológicas, con sus estados del (ego) yo Padre, yo Adulto y yo Niño, aprendiendo a utilizar cada uno en el contexto adecuado: el Padre para dar cuidados, reprender y todo lo referente al aspecto normativo y ético. El Adulto para el aspecto racional y de tratamiento de datos, y el Niño para lo ligado a lo espontáneo, los sentimientos, los deseos. Cada uno de ellos refleja todo un sistema de pensamiento, sentimiento y comportamiento que determinan nuestra expresión, nuestra interacción con los demás, y la comprensión de nosotros mismos. El objetivo del AT es crecer en el logro de una personalidad integradora, de las tres partes principales de nuestra personalidad.

El terapeuta de AT trabajará directamente en el aquí y ahora la resolución de problemas de comportamiento, al tiempo que ayuda a los clientes a desarrollar herramientas para encontrar soluciones creativas (constructivas). El objetivo final es asegurar que los clientes recuperen la autonomía absoluta sobre sus vidas. Eric Berne uno de los fundadores de la AT (1910-1970) define esta autonomía como la recuperación de tres capacidades humanas vitales: la espontaneidad, la sensibilización y la intimidad.

 El “yo” en el psicodrama:

Para Jacob Levy Moreno (1892-1974) y otros profesionales del psicodrama: “El desempeño de roles es anterior al surgimiento del yo. Los papeles no surgen del yo, sino que el “yo” surge de los roles.”

Antes e inmediatamente después del nacimiento, el niño vive en un universo no diferenciado llamado “matriz de identidad”. Esta matriz es existencial, pero no es experimentada. Se le puede considerar el lugar de donde emergen en fases graduales el “yo” y sus ramificaciones, los “roles”. Los roles son los embriones, los precursores del “yo”, y tienden a agruparse y unificarse. Se distinguen roles fisiológicos o psicosomáticos, como los del sujeto que come, que duerme y que tiene actividad sexual; roles psicológicos o psicodramáticos, como los fantasmas, hadas y roles alucinados; y roles sociales, como los del padre, policía, doctor, etc. Los que primero aparecen son los fisiológicos o psicosomáticos. Sabemos que entre el papel sexual, el del sujeto que duerme, el del que sueña y el del que come se desarrollan “vínculos operacionales” que los asocian y los integran en una unidad.

El “yo” en cierto momento podemos considerarlo una especie de yo fisiológico, un “yo parcial”, un racimo de roles fisiológicos. En el curso del desarrollo los roles psicodramaticos comienzan a agruparse y forman una especie de yo psicodramático, y finalmente sucede lo mismo con los roles sociales, que constituyen una especie de “yo social”. Los yoes fisiológico, psicodramático y social son meros yoes “parciales”; el “yo” total y realmente integrado de años posteriores, todavía no ha nacido. Tienen que desarrollarse vínculos operacionales y de contacto entre los tres racimos para que podamos identificar y experimentar, después de su unificación, lo que denominamos nuestro “yo” global.

 El “yo” en las terapias humanistas:

La teoría de Carl Rogers (1902-1987) está construida a partir de una sola “fuerza de vida” que llama “la tendencia actualizante” que puede definirse como una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible.

La parte nuestra que encontramos en la “tendencia actualizante”, seguida de nuestra valoración “organísmica” de las necesidades y recepciones de recompensas positivas para uno mismo, es lo que Rogers llamaría el verdadero “yo” (self). Valoramos la recompensa en positivo de nosotros mismos, lo que incluye la autoestima, la auto valía y una imagen positiva de uno mismo o auto concepto, (teoría organismica).

Por otro lado, dado que nuestra sociedad no está sincronizada con “la tendencia actualizante” y que estamos forzados a vivir bajo condiciones de valía que no pertenecen a la valoración organísmica, y finalmente, que solo recibimos recompensas positivas condicionadas, entonces tenemos que desarrollar un ideal de (uno) sí mismo (ideal del yo). En este caso, Rogers se refiere a ideal como algo no real; como algo que está siempre fuera de nuestro alcance; aquello que nunca alcanzaremos.

El espacio comprendido entre el verdadero self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo debería ser” se llama incongruencia. A mayor distancia, mayor será la incongruencia. De hecho, la incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como neurosis: estar desincronizado con tu propio self.

http://www.apsique.cl/book/export/html/196

También, es bien conocida la teoría de Abraham Maslow (1908-1970) sobre la motivación, a través de su pirámide que simboliza la ordenación de necesidades mediante una gradación ascendente, con las necesidades fisiológicas en la base, las de seguridad en el siguiente plano, después las necesidades de amor y pertenencia, ya más elevadas las necesidades de estima y, por último, en la cúspide, las necesidades de autorrealización con características totalmente distintas a todas las anteriores (consideradas según él, experiencias de estados alterados de consciencia o meta espirituales).

Mientras que las necesidades del tronco de la pirámide aspiran a un constante equilibrio, a mantener la estabilidad entre, por ejemplo, hambre y alimentos, la necesidad de autorrealización siempre queda abierta a un mayor desarrollo de las capacidades personales, cuando más progreso más posibilidades de realización personal y de potenciación del “self” tenemos.

Por tanto, el self para Maslow no es tanto la conciencia de sí mismo como, en sus palabras, la tendencia de llegar a hacer actuales todas sus potencias o posibilidades, el deseo de llegar a ser, cada vez más, lo que uno es (Maslow, 1954).

El “self” en la Gestalt:

La Terapia Gestalt, estudia las relaciones que se dan en la frontera entre el organismo y su entorno, esta relación es el contacto. Según Fritz Perls (1893-1970) Ralph Hefferline (1910-1974) y Paul Goodman (1911-1972)): el contacto es la realidad más simple e inmediata, es la consciencia inmediata y el comportamiento motor hacia la novedad asimilable y también el rechazo de la novedad no asimilable. Al complejo sistema de contactos necesarios en el campo, lo llamamos ‘self’. Se sitúa en la frontera del organismo y del entorno y pertenece a ambos, al entorno y al organismo. No es una institución fija, sino que existe en donde y cuando existe una interacción en la frontera.

El self también se conoce como el pequeño factor que integra la experiencia y que hace que la persona la sienta como una única realidad, una realidad constante, a lo largo de su vida, que le pertenece a cada quién y que le da individualidad y singularidad.

Perls, Hefferline y Goodman nos cuentan que el self es el sistema de respuestas, es la función de contactar, es el sistema de contactos, es el poder que forma la Gestalt en el campo. Pero, por encima de todo insisten en dos puntos: el self no existe como una institución fija, sino que es un proceso temporal que existe en donde y cuando existe, de hecho, una interacción en la frontera, y que es la frontera-contacto en actividad, perteneciendo a ambos, al entorno y al organismo.

Para los construccionistas y postmodernos, el self postmoderno no sería una simple disolución de la conciencia de sí mismo, sino una ampliación a base de fragmentos de los demás, una colonización del yo, que ayudaría a enfocar de otra manera los conflictos y progresos tanto personales como sociales. El principal precursor de este movimiento es Keneth Gergen (1935 -).Sus aportaciones sobre el concepto de self se extienden a través de gran cantidad de publicaciones, pero sin duda su libro “The Saturated Self. Dilemmas of Identity in Contemporary Life” (1991), traducido al castellano como “El Yo Saturado”, representa la mejor divulgación de toda su concepción sobre el self, y el construccionismo social.

No obstante la psicología del “self” debe ser heterogénea, según Castilla del Pino (1991), existen cuatro grandes contextos del “self”, lo externo u observable, que se divide en una imagen pública y otra privada a nivel relacional. Lo interno y no observable que se divide en lo que imaginamos y lo que fantaseamos; que no es lo mismo imaginar o proyectar a futuro, que fantasear. Y lo hetereológico, que se divide en lo consciente y en lo inconsciente, o mejor vamos a decir “no consciente”. Esto dividirá el “self” psicoanalítico en dos corrientes, el “self” endógeno y el “self” exógeno.

Se podría considerar el “self” ¿una parte del sujeto o un elemento central del sujeto?… más bien podemos considerar que es parte del sujeto, ya que no son posibles las conductas al margen del “self”, el sentimiento de identidad depende del sistema afectivo / cognitivo y del contexto externo o social.

El “self” ¿es una estructura efímera o continua? El neurobiólogo Rodolfo Llinás (2001) considera más que es una estructura continua, ya que para él la mente es consecuencia de los movimientos motores y cognitivo sociales. Es decir, el “self” va unido a la reflexivilidad de la mente, que coordina el aparato psicomotor del individuo y predice la conducta respecto a los inputs del mundo externo.

Por tanto el “self” es algo presente (acción) que genera futuro (proyección) a través del pasado (deflación), es decir actuamos en el futuro previniéndonos en función de que parte de nuestro pasado queremos repetir a nivel conductual. Aquí es donde trabaja la memoria y el aprendizaje a través de la experiencia. De ahí que los neuropsicólogos suelen decir que un exceso de presente en el “self” (acción) genera estrés; un exceso de pasado en el “self” (deflación) genera depresión y un exceso de futuro en el “self” (proyección) genera ansiedad.

Si consideramos que el “self” es nuestra personalidad, es decir la suma del carácter y del temperamento, esta tiene que estar siempre en constante evolución, ya que la teoría a través de la memoria se modifica continuamente a través del aprendizaje. Por tanto podemos considerar que el “self” es un conjunto de identidades homogéneas que a la vez nos limitan y nos obligan al cambio. Es decir la realidad es una teoría en continua evolución.

Bibliografía:

Ashmore,R.D.;Jussim,L.(1997): “Self and Identity”. Fundamental Issues. New York: Oxford University Press.

Castilla del Pino, C. (1991) “La construcción de una psiquiatría científica” en Anthropos nº 121 (1991) Antonio Diez Prieto.

Gergen,K.(1991): “El Yo Saturado. Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo”. Barcelona: Paidós, 1992

Hartmann, H.: (1950) “Comentarios a la teoría psicoanalítica del Yo” en Psycho­analytic Study of the child. Nueva York, Int. Univ. Press, V, 74-96, 1950.

James,W.(1890): “Principios de Psicología”. Madrid: Daniel Jorro Editor, 1909

LLinás R.(2001) “El cerebro y el mito del yo”(I of the Vortex: from neurons to self ) ed: MIT Press, 2001.

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