Frederick Nietzsche (1844 – 1900), ya dijo en su momento: “Dios ha muerto”. Era difícil el pensar que para el filósofo alemán no solo Dios había muerto, sino que también el hombre moriría con la entrada de la modernidad. Y se crearía un “superhombre” nuevo, desbancando así, las ideas platónicas de la edad media y el antropocentrismo racionalista cartesiano. El problema del “cogito” era que implicaba prejuicios en torno a la naturaleza del lenguaje y sobre todo, también psicológicos, ya que se partía de la idea de que el lenguaje era fiel reflejo de la realidad, cuya estructura no era más que una proyección de las estructuras superpuestas del mundo. Y no era así.
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